Resiliencia

Un rey, deseando un mensaje de ayuda para momentos de desesperación total, encargó a sus sabios que encontraran una frase lo suficientemente corta como para caber bajo el diamante de un precioso anillo. El mensaje debía servirle a él, a sus herederos y a las futuras generaciones. Los eruditos, a pesar de sus vastos conocimientos, no pudieron encontrar una frase tan concisa y poderosa.

El rey consultó entonces a su anciano y respetado sirviente, quien había servido también a su padre. El sirviente afirmó conocer el mensaje, revelando que lo había recibido de un místico invitado de la corte en el pasado. Escribió la frase en un pequeño papel, se lo entregó al rey y le advirtió que solo lo abriera en una situación sin salida.

El momento llegó cuando el reino fue invadido y el rey tuvo que huir solo, perseguido por el enemigo. Acabado el camino frente a un precipicio, y con el enemigo cerca, recordó el anillo. Lo abrió y leyó el mensaje: “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”. La lectura trajo una calma inmediata; el rey se dio cuenta de que el sonido de sus perseguidores había cesado. Sus enemigos se habían perdido. Agradecido, reunió sus ejércitos y reconquistó su reino.

Mientras celebraba su regreso victorioso, lleno de orgullo, el anciano sirviente se acercó y le aconsejó leer el mensaje nuevamente. El rey, extrañado por tener que leerlo en un momento de alegría, escuchó al sirviente explicar que el mensaje no era solo para la derrota, sino también para la victoria.

Al releer “ESTO TAMBIÉN PASARÁ”, el rey sintió la misma paz y silencio. Su orgullo se disolvió. Finalmente comprendió que tanto la tristeza como la alegría, la derrota como la victoria, son transitorias. El anciano concluyó que el mensaje enseña a aceptar la naturaleza dual y cambiante de la vida, recordándole al rey que “ningún acontecimiento ni ninguna emoción son permanentes”.